Hay
una porción de la Escritura sobre la cual el Señor nos colocó a meditar tanto a
mí como a mi esposa: “Y yendo, predicad,
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad
leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad
de gracia” (Mateo 10:7-8).
Con
este artículo deseábamos comenzar el primer artículo del año 2018 de nuestra
revista digital CONVENCI2. No obstante, por diferentes circunstancia, el mismo fue diferido hasta este momento.
¿Pero
por qué precisamente con este tema? Debido a que hemos entendido que nuestro
mundo, y especialmente para nosotros nuestra Venezuela, está necesitando con
desesperación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
En
el Capítulo 4 del Evangelio según San Lucas en sus versículo 18 y 19 nos narra
cuál fue la descripción que Jesús mismo le dio a las Buenas Nuevas o Evangelio:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a
los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable
del Señor”.
Aunque
tal vez parezca repetitivo o redundante, es necesario a nuestra consideración, citar ambas porciones de la Escritura, pues la primera mencionada habla del
mandato que Jesús nos hizo a nosotros sus discípulos, siendo el segundo citado,
la explicación de cuál era el propósito primo de su ministerio.
Pero
lo que más captura nuestra atención o sobre lo cual queremos ser más incisivos
es en la última frase citada del Evangelio según San Mateo: “de gracia recibisteis, dad de gracia”.
Este mundo necesita recibir de parte de nuestro Dios las "Buenas Nuevas", pero éstas deben venir procedentes de nosotros, a quienes se nos encomendó llevarlas hasta la último de la tierra (Hechos 1:8).
¿Pero cómo podemos llevar al mundo aquello que no hemos recibido? ¿Cómo llevar buenas nuevas, sanidad, libertad, visión, libertad y el tiempo agradable de Dios si no lo conocemos?
Esto va más allá de conocimiento teológico, esto se desprende de la comunión e intimidad que podamos mantener con nuestro Señor (Mateo 6:6) a través de su Espíritu (Juan 14:26) y del testimonio de nuestra fe (Marcos 11:23).
El mundo está anhelando la manifestación de los hijos de Dios (Romanos 8:19) y del poder de nuestro Salvador a través de sus hijos (Romanos 1:16), pero está claro que si ello no forma parte de nuestra vida, tampoco lo podremos manifestar, ni mucho menos brindar a otros.
De allí creo que se desprende la importancia de "dar de gracia, lo que de gracia recibimos". Debemos buscar en intimidad a nuestro Maestro para recibir de Él sabiduría, revelación y poder para poder llevar su Evangelio a quien lo necesita.
Estamos convencidos que si llegamos a pedir ese poder de Dios para llevar su genuino Evangelio, Él nos lo dará por su gracia (Mateo 7:7-8) y este mundo será trastornado por su Amor y su Poder.
Douglas y Dayana García
Este mundo necesita recibir de parte de nuestro Dios las "Buenas Nuevas", pero éstas deben venir procedentes de nosotros, a quienes se nos encomendó llevarlas hasta la último de la tierra (Hechos 1:8).
¿Pero cómo podemos llevar al mundo aquello que no hemos recibido? ¿Cómo llevar buenas nuevas, sanidad, libertad, visión, libertad y el tiempo agradable de Dios si no lo conocemos?
Esto va más allá de conocimiento teológico, esto se desprende de la comunión e intimidad que podamos mantener con nuestro Señor (Mateo 6:6) a través de su Espíritu (Juan 14:26) y del testimonio de nuestra fe (Marcos 11:23).
El mundo está anhelando la manifestación de los hijos de Dios (Romanos 8:19) y del poder de nuestro Salvador a través de sus hijos (Romanos 1:16), pero está claro que si ello no forma parte de nuestra vida, tampoco lo podremos manifestar, ni mucho menos brindar a otros.
De allí creo que se desprende la importancia de "dar de gracia, lo que de gracia recibimos". Debemos buscar en intimidad a nuestro Maestro para recibir de Él sabiduría, revelación y poder para poder llevar su Evangelio a quien lo necesita.
Estamos convencidos que si llegamos a pedir ese poder de Dios para llevar su genuino Evangelio, Él nos lo dará por su gracia (Mateo 7:7-8) y este mundo será trastornado por su Amor y su Poder.
Douglas y Dayana García