viernes, 21 de octubre de 2011

Renovados y Transformados



La carta escrita por el apóstol Pablo a Los Romanos, es la primera que encontramos en el Nuevo Testamento, posterior a los Evangelios y Hechos de Los Apóstoles (o Hechos del Espíritu Santo como en realidad debería nombrarse según mi opinión y la de muchos).

En esta carta Pablo se dirige a la iglesia asentada en Roma, nacida del mover del Espíritu Santo en los años posteriores al Pentecostés, inmersa en un mundo pagano y perseguidor de la Iglesia de Cristo, a fin de enseñar, confortar y afirmar a los creyentes que allí se encontraban.

Hoy, a modo de continuación y siguiendo la línea de nuestro primer artículo, con el propósito de abrir la línea de discusión, queremos hablar de la mente, en particular de la mente del discípulo.

Pablo escribió a los romanos lo siguiente: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Romanos 12: 2). RVR 1960

Ahora bien, quisiéramos comparar este versículo escrito por Pablo con la traducción que la Nueva Versión Internacional: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. (Romanos 12: 2)

De aquí nos gustaría extraer dos “mandatos” que varían en la traducción pero que se amoldan perfectamente a la actitud que debe asumir un discípulo:

1. No os conforméis a este siglo / No se amolden al mundo actual:

La palabra conforme tiene varios significados, entre los cuales destacan: semejante, acorde, de acuerdo, resignado.

Un discípulo de Cristo no pude en ningún momento adoptar las enseñanzas de este tiempo que vivimos (siglo), todo lo contrario, debe oponerse a las corrientes que intenta hoy llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo, no puede asemejarse ni resignarse a estar de acuerdo con dichas enseñanzas, sino por el contrario seguir los mandatos del Maestro.

La palabra amoldar significa: ajustarse al molde, reducir la formar propia o conveniente, ajustar la conducta a una pauta determinada.

El discípulo sí debe amoldarse al diseño del Maestro, pero jamás debe amoldarse al modelo del mundo actual.

2. Sean transformados mediante la renovación de su mente/entendimiento

Aquí creemos que es necesario analizar también las palabras importantes del mandato que hace el Espíritu Santo a través de Pablo.

Primeramente está la palabra “transformaos”-“transformados”: Esta palabra está ligada a la raíz de la palabra “Metamorfosis”, que proviene del griego “Metanoia”, que significa: cambiar de forma y/o aspecto.

Luego encontramos la palabra “renovación”: Renovar tiene un significado amplio: Hacer algo como si fuera nuevo, volver a su primer estado, restablecer o reanudar una relación u otra cosa que se había interrumpido, remudar, poner de nuevo, reemplazar algo, sustituir una cosa vieja por otra nueva.

El discípulo del Maestro necesita y debe ser renovado, debe ser cambiado a sí mismo de manera que todo aquello “viejo”, perteneciente al hombre que no conocía a Cristo, sea reemplazado en su pensamiento, en sus decisiones, en sus actitudes, en sus razonamientos y sus valores.

Nuestro Padre desea que día a día comprobemos (verifiquemos, afirmemos y vivamos) la buena y perfecta voluntad que tiene para con sus hijos, pero ello no lo podremos lograr hasta que no asumamos una actitud inconforme ante este mundo, hasta que no decidamos romper con todo parámetro que este tiempo nos “imponga”, hasta que no digamos “basta” al viejo hombre y procedamos a caminar como genuinos “ungidos” (cristianos), transformados por el poder de su Espíritu Santo.

El ser transformados a imagen del Maestro es el llamado que Cristo nos hizo, y es el objetivo de todo discípulo.
Dios les bendiga.

Douglas y Dayana García
Editores

lunes, 3 de octubre de 2011

Ser un discípulo




Discípulo es un concepto con origen en el vocablo latino discipŭlus, el cual se refiere a la persona que aprende una doctrina, un arte o una ciencia con la guía de un maestro

Cuando Jesús comenzó su ministerio, una de las primeras cosas que hizo fue escoger y tener discípulos a los cuales enseñar y formar, éstos recibieron del maestro enseñanzas no sólo “doctrinales” o “pedagógicas”, ello recibieron del Maestro formación en su carácter y personalidad, por lo cual se convirtieron en pequeños cristos, ya que el Señor se encargó de“imprimirse” en ellos.

Antes de partir el Señor dejó una “Gran Comisión” a sus discípulos, la cual se puede leer en el libro de Mateo en el capítulo 28, versos 19 y 20: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Es de hacer notar que uno de los principales propósitos de Jesús además de nuestra salvación, era que llegásemos a ser como Él. El apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo escribió: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.

Hoy, el mayor compromiso que debe asumir el cristiano, es tener la actitud y condición de discípulo, imitar al maestro, imitar la persona de Jesús, imitar su carácter, imitar sus actos, conocerlo cada día más, pero no sólo eso, debe “Ir y hacer discípulos”.

No podemos ni debemos limitarnos a predicar el evangelio, no, debemos pagar un precio mucho más alto, el cual implica dar de nuestras vidas a otros, y duplicarnos en otros tal como el Maestro lo hizo en nosotros.

Creemos firmemente que Dios está trayendo un despertar a su Iglesia, y el avivamiento tan esperado no vendrá de “grandes eventos”, sino que llegará cuando la Iglesia, movida por el Espíritu Santo comience a multiplicarse, llegando a los más recónditos lugares de nuestra Tierra, haciendo discípulos a todas las naciones, llevando la Palabra dicha por el profeta Isaías, con la cual comenzó el ministerio del Maestro: “Buenas nuevas a los pobres, sanidad a los quebrantados de corazón, libertad a los cautivos, vista a los ciegos, libertad a los oprimidos y el Año Agradable del Señor”. (Mateo 4: 18-19)


Douglas y Dayana Garcia
Editores