La carta escrita por el
apóstol Pablo a Los Romanos, es la primera que encontramos en el Nuevo
Testamento, posterior a los Evangelios y Hechos de Los Apóstoles (o Hechos del
Espíritu Santo como en realidad debería nombrarse según mi opinión y la de
muchos).
En esta carta Pablo se dirige
a la iglesia asentada en Roma, nacida del mover del Espíritu Santo en los años
posteriores al Pentecostés, inmersa en un mundo pagano y perseguidor de la
Iglesia de Cristo, a fin de enseñar, confortar y afirmar a los creyentes que
allí se encontraban.
Hoy, a modo de continuación y
siguiendo la línea de nuestro primer artículo, con el propósito de abrir la
línea de discusión, queremos hablar de la mente, en particular de la mente del
discípulo.
Pablo escribió a los romanos
lo siguiente: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Romanos 12: 2). RVR 1960
Ahora bien, quisiéramos comparar
este versículo escrito por Pablo con la traducción que la Nueva Versión
Internacional: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados
mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta”. (Romanos 12: 2)
De aquí nos gustaría extraer
dos “mandatos” que varían en la traducción pero que se amoldan perfectamente a
la actitud que debe asumir un discípulo:
1. No os conforméis a
este siglo / No se amolden al mundo actual:
La palabra conforme tiene
varios significados, entre los cuales destacan: semejante, acorde, de acuerdo,
resignado.
Un discípulo de Cristo no pude
en ningún momento adoptar las enseñanzas de este tiempo que vivimos (siglo),
todo lo contrario, debe oponerse a las corrientes que intenta hoy llamar a lo
malo bueno y a lo bueno malo, no puede asemejarse ni resignarse a estar de
acuerdo con dichas enseñanzas, sino por el contrario seguir los mandatos del
Maestro.
La palabra amoldar significa:
ajustarse al molde, reducir la formar propia o conveniente, ajustar la conducta
a una pauta determinada.
El discípulo sí debe amoldarse
al diseño del Maestro, pero jamás debe amoldarse al modelo del mundo actual.
2. Sean transformados
mediante la renovación de su mente/entendimiento
Aquí creemos que es necesario
analizar también las palabras importantes del mandato que hace el Espíritu
Santo a través de Pablo.
Primeramente está la palabra
“transformaos”-“transformados”: Esta palabra está ligada a la raíz de la
palabra “Metamorfosis”, que proviene del griego “Metanoia”, que significa:
cambiar de forma y/o aspecto.
Luego encontramos la palabra
“renovación”: Renovar tiene un significado amplio: Hacer algo como si fuera
nuevo, volver a su primer estado, restablecer o reanudar una relación u otra
cosa que se había interrumpido, remudar, poner de nuevo, reemplazar algo,
sustituir una cosa vieja por otra nueva.
El discípulo del Maestro
necesita y debe ser renovado, debe ser cambiado a sí mismo de manera que todo
aquello “viejo”, perteneciente al hombre que no conocía a Cristo, sea
reemplazado en su pensamiento, en sus decisiones, en sus actitudes, en sus
razonamientos y sus valores.
Nuestro Padre desea que día a
día comprobemos (verifiquemos, afirmemos y vivamos) la buena y perfecta
voluntad que tiene para con sus hijos, pero ello no lo podremos lograr hasta
que no asumamos una actitud inconforme ante este mundo, hasta que no decidamos
romper con todo parámetro que este tiempo nos “imponga”, hasta que no digamos
“basta” al viejo hombre y procedamos a caminar como genuinos “ungidos”
(cristianos), transformados por el poder de su Espíritu Santo.
El ser transformados a imagen
del Maestro es el llamado que Cristo nos hizo, y es el objetivo de todo
discípulo.
Dios les bendiga.
Douglas y Dayana
García
Editores