jueves, 1 de marzo de 2012

Haciendo todo en el nombre de Jesús



Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3: 17

Estamos convencidos plenamente que en más de una oportunidad hemos llegado a hacer algo de “mala gana” o por obligación. Esto pudo haber sucedido cuando éramos más pequeños, durante nuestra etapa de estudio o incluso en casa en alguna oportunidad cuando no deseamos hacer algo que ordene mamá o papá. Para aquellos que trabajan en una oficina, puede darse el caso que “el jefe” ordena realizar alguna actividad, pero debido a que ésta no agrada (aún cuando forma parte de nuestras labores), se termina realizando igualmente de mala gana, o “porque es nuestra obligación”.

Meditando un poco en el versículo con el cual abrimos el artículo, llegamos a la conclusión que éste no siempre forma parte de nuestro día a día, ya que nuestra naturaleza pecaminosa y carnal no está acostumbrada a ser “mansa y humilde de corazón”.

La Palabra de Dios en el libro de Romanos nos dice lo siguiente: “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”. (Cap. 7: 14-15), lo cual en cierta manera nos indica porque no es tan difícil en ocasiones obedecer y seguir los mandatos de nuestro Señor Jesús, ya que hecho el contexto de este pasaje escrito por el apóstol Pablo se refiere a la obediencia de la Ley.

No obstante quisiéramos compartir contigo una “Buena Nueva” dada también por el apóstol Pablo, la cual se encuentra igualmente escrita en su carta a los Romanos, un poco más adelante en el capítulo 8, versos del 1 al 3 nos dice lo siguiente: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”.

Desde el instante que aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, y le damos cabida a su Espíritu Santo para que more en nosotros, tenemos a nuestra disposición todo el Poder de Dios de nuestra parte a fin de poder caminar en sus mandatos y estatutos, no por nuestra propia fuerza, sino por medio de Él.

Hoy te invitamos a que le permitas al Espíritu Santo ayudarte en todas y cada una de las acciones de tu vida, incluso en tu cotidianidad, en tus estudios, trabajo, relaciones familiares, para que cada una de ellas pueda ser realizada en el nombre del Señor Jesús dando gracias a Dios el Padre por medio de él.

Dios te bendiga.


Douglas y Dayana García
Editores

No hay comentarios:

Publicar un comentario