“Y todo
lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor
Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3: 17
Estamos convencidos plenamente que en
más de una oportunidad hemos llegado a hacer algo de “mala gana” o por
obligación. Esto pudo haber sucedido cuando éramos más pequeños, durante
nuestra etapa de estudio o incluso en casa en alguna oportunidad cuando no
deseamos hacer algo que ordene mamá o papá. Para aquellos que trabajan en una
oficina, puede darse el caso que “el jefe” ordena realizar alguna actividad,
pero debido a que ésta no agrada (aún cuando forma parte de nuestras labores),
se termina realizando igualmente de mala gana, o “porque es nuestra
obligación”.
Meditando un poco en el versículo con el
cual abrimos el artículo, llegamos a la conclusión que éste no siempre forma
parte de nuestro día a día, ya que nuestra naturaleza pecaminosa y carnal no
está acostumbrada a ser “mansa y humilde de corazón”.
La Palabra de Dios en el libro de
Romanos nos dice lo siguiente: “Porque sabemos que la ley es
espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no
lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”.
(Cap. 7: 14-15), lo cual en cierta manera nos indica porque no es tan difícil
en ocasiones obedecer y seguir los mandatos de nuestro Señor Jesús, ya que
hecho el contexto de este pasaje escrito por el apóstol Pablo se refiere a la
obediencia de la Ley.
No obstante quisiéramos compartir
contigo una “Buena Nueva” dada también por el apóstol Pablo, la cual se
encuentra igualmente escrita en su carta a los Romanos, un poco más adelante en
el capítulo 8, versos del 1 al 3 nos dice lo siguiente: “Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque
lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne”.
Desde el instante que aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, y le
damos cabida a su Espíritu Santo para que more en nosotros, tenemos a nuestra
disposición todo el Poder de Dios de nuestra parte a fin de poder caminar en
sus mandatos y estatutos, no por nuestra propia fuerza, sino por medio de Él.
Hoy te invitamos a que le permitas al Espíritu Santo ayudarte en todas y
cada una de las acciones de tu vida, incluso en tu cotidianidad, en tus
estudios, trabajo, relaciones familiares, para que cada una de ellas pueda ser
realizada en el nombre del Señor Jesús dando gracias a Dios el Padre por medio
de él.
Dios te bendiga.
Douglas y Dayana García
Editores
No hay comentarios:
Publicar un comentario