martes, 8 de enero de 2019

Convencidos de Un Nuevo Comienzo

Ha comenzado un nuevo año. Llegó el 2.019, y a pesar de que ya ha transcurrido la primera semana del año, es un buen momento para hacer un alto dentro de todo lo que hasta ahora hemos hecho, y además de tal vez evaluar lo que ya hemos hecho o el camino que hemos recorrido, es también un buen momento para poner nuestra mirada hacia el horizonte y visualizar o proyectar hacia donde nos dirigimos y qué pensamos hacer de ahora en adelante.

Conversando con mi esposa, ella me hizo reflexionar con respecto a algo: Si bien tenemos muchos sueños y anhelos, tal vez tenemos pocas metas y objetivos definidos. Esto implica que realmente hay muchos deseos de alcanzar cosas y objetivos en nuestro corazón, pero realmente no hemos hecho la tarea de cuantificar y definir qué necesitamos para alcanzarlas.

El Señor dijo lo siguiente refiriéndose a la multitud quienes le seguían: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar”. (Lucas 14:28-30).

Si bien pareciera que estoy sacando de contexto algunas de las Palabras del Maestro, hay un mensaje claro acá: No puedo iniciar una tarea o emprender un proyecto si primero no me detengo a ver y medir que necesito para poder cumplirlo o terminarlo.

Por otro lado, en el libro de Santiago nos dice lo siguiente: “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. (Santiago 1:8). Esa inconstancia está asociada no sólo a nuestra vida espiritual, sino a todo en nuestra vida. De hecho, sin ánimos de acusar o polemizar, puedo asegurar que quien no es constante en cuanto desarrolla en su vida diaria, tampoco lo es en su vida espiritual.

¿A qué quiero llegar con esto? A que este año 2019 debe marcar para nosotros un antes y un después. Un antes y un después sobre nuestra vida espiritual y cotidiana. Un antes y un después en nuestra oración y lectura de la Palabra. Un antes y un después en nuestra familia e iglesia. Un antes y un después en nuestros estudios y trabajo. Un antes y un después en nuestra predicación y discipulado. Un antes y un después en nuestro diario desempeño.

¿Cómo comenzar? Comenzando por mí, por una introspección y análisis, primero ante Dios y a la luz de su Palabra, y luego analizando mi diario desempeño. Estoy convencido que si lo hacemos, este año marcará diferencias en nuestras vidas y marcará de manera significativa la vida de quienes están a nuestro alrededor.

Que nuestro Padre les brinde un próspero año 2.019, teniendo en mente esta Palabra: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma". (3 Juan 2)

Douglas y Dayana García.

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