sábado, 18 de enero de 2014

Acudiendo a nuestro Salvador

¿Está alguno de vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno de vosotros alegre? Cante alabanzas.  ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Ya la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. (Santiago 5: 13-14).

El apóstol Santiago, escribía a los creyentes con el fin de edificarlos y fortalecerlos. No es un secreto, que siendo cristianos, creyentes de la salvación en Cristo Jesús y siendo templo del Espíritu Santo día a día pasamos por diferentes circunstancias y situaciones que no son siempre del todo favorables, no obstante nuestro Señor no se olvida de ello.

El haber recibido el regalo de la Salvación, no nos exime de pasar por diferentes pruebas y dificultades, puede ser que muchas de esas situaciones no las entendamos ni comprendamos, pero bien nos dice el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo en su carta escrita a los Romanos: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8: 28).

No obstante, nuestro Padre no permanece indiferente ante ninguna de estas circunstancias, todo lo contrario, nos muestra que está siempre dispuesto a escucharnos y a ayudarnos en aquello que necesitamos. Él nos ha permitido tener una puerta abierta a su trono a través de la oración, para que podamos acudir ante su presencia ante cualquier dificultad (Hebreos 4: 16).

Estamos Convencidos que nuestro Padre y Dios es Todopoderoso para socorrernos en cualquier situación difícil, sabemos que cuando la tempestad está sobre nosotros pareciera que no hubiera refugio suficiente, pues lamentablemente en los peores momentos es cuando comentemos el error de olvidar quien en más grande y más poderoso que nuestros problemas, pero si nos decidimos a hacer un alto y tomamos la determinación de rendirnos ante los pies del Maestro, podremos contemplar sus maravillas y un milagro podrá operar en nuestras vidas.

Te instamos a que practiques (aun cuando parezca difícil) la enseñanza dada a través del Apóstol Santiago, y acudas con confianza ante tu Rey, pues nada hay imposible para nuestro Dios (Lucas 1: 37)

Dios te bendiga.

Douglas y Dayana García

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