“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. (Isaìas 9:6 RVR 1960)
Hoy celebramos “Nochebuena”, víspera del natalicio en nuestra Tierra de Jesucristo. En esta fecha es común compartir regalos, compartir la cena en familia, en fin, un momento para compartir junto a amigos y familia en sana armonía.
En este marco, a ustedes mi amigos y familia, me gustaría compartirles una reflexión. La cita bíblica a la cual hago referencia fue escrita por un profeta hebreo, durante el siglo VIII antes de Cristo, sin embargo, nos hacía referencia a un evento tan importante, que al día de hoy lo celebramos.
Si bien Jesús, siendo Dios, no tiene principio ni fin, es decir, es eterno y su vida no comenzó hace poco más de dos mil años, su encarnación se debió a un propósito eterno, el cual no era otro, que el rescate de nuestras vidas, perdidas de la presencia de Dios debido a nuestro pecado y el darle la espalda a la soberanía de Dios. Este pecado nos alejó de Él, y nos condenó a la muerte.
El evangelio según San Juan dice así: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan 3:16 RVR 1960). Esto significa que si Jesús, siendo Dios, decidió venir a nuestro mundo para vivir como hombre, naciendo de una mujer, padeciendo al igual que nosotros de las circunstancias de este mundo, fue porque su amor para con nosotros fue sumamente grande, tan grande, que ofreció finalmente su vida en una cruz para pagar la condena por nuestro pecado.
Hoy es momento propicio para entender, que si celebramos el nacimiento de Jesús, es porque fue el inicio de la consumación del plan de Dios para darnos vida y poder tener libertad para acercarnos a Él.
Celebremos estas fiestas con gozo y alegría, teniendo presente que Navidad es la fiesta donde recibimos el mayor regalo, la vida del Hijo de Dios, la cuál nos regaló el Todopoderoso Creador del universo para reconciliarnos con Él, y poder disfrutar de la genuina y verdadera vida, conociéndole a Él y viviendo sus propósitos de bien para nosotros.
¡Feliz Navidad! Que la gracia, paz y amor de nuestro Señor Jesucristo sea con cada uno de ustedes.
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