Compartiendo
con nosotros acerca del amor, nuestro pastor citó la primera carta del apóstol
Pablo escrita a los Corintios en su capítulo 13:4-13: “El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no
hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se
goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías
se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte
conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo
que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como
niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora
vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco
en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe,
la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor “.
Hoy
por hoy hay muchísimos mensajes y opiniones acerca del amor, sobre “diferentes tipos
de amor”, sobre momentos, tiempos y etapas de amor, no obstante el mensaje del
Espíritu Santo hoy a la Iglesia es mucho más fuerte y contundente: “Ámense unos
a otros como yo os he amado” (San Juan 13:34).
Nuestro
Señor Jesús nos dio el mejor ejemplo de amor, el cual Pablo sintetiza de manera
maravillosa en su carta a los corintios. Es tiempo de amar como el Maestro nos
amó, sin guardar nada y dando todo si esperar nada a cambio. Es tiempo de
crecer y permitir que lleguemos a ser como fuimos formados por nuestro Dios, no
poniendo las cosas en lo pasajero, sino en lo único que permanece para siempre:
el Amor.
Dios
les bendiga.
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