El evangelio de Lucas en su capítulo 17:26-30 dice:
“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían,
bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en
el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los
días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas
el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los
destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”.
Efectivamente desconocemos cuando será el día y
la hora en la cual nuestro Salvador regresará (tema que puede ser ampliamente
estudiando en su oportunidad), no obstante debemos en todo tiempo estar atentos
de cuales son nuestras acciones y no descuidar nuestra comunión con el Padre,
nuestra santidad, nuestro compromiso y relación con el dador de la vida, quien
pagó el precio para rescatarnos de nuestros pecados y la muerte.
Las situaciones de hoy, así como la presión que
el mundo ejerce cada vez mayor sobre los creyentes, pueden tender a desviar
nuestra mirada de nuestro Señor y Salvador. Del mismo modo los deleites o las
preocupaciones que se presentan a diario y que nos alejan de nuestro Dios están
a la orden del día.
El mensaje nuestro Señor Jesús al respecto:
¡Tengan cuidado! No dejen que su corazón se entorpezca. No sean desprevenidos.
No podemos ser como la ola del mar, que es arrastrada por el viento y echada de
una parte a la otra, pues ello no será agradable a nuestro Señor (Santiago 1:6-7).
Por demás, nuestro enemigo el diablo, el cuando anda como león rugiente, sólo
desea destruirnos (1ra Pedro 5:8)
Dios te bendiga.
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