domingo, 7 de abril de 2013

Del pastor a su discípulo: Velad y orad


El evangelio de Lucas en su capítulo 17:26-30 dice: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”.

Efectivamente desconocemos cuando será el día y la hora en la cual nuestro Salvador regresará (tema que puede ser ampliamente estudiando en su oportunidad), no obstante debemos en todo tiempo estar atentos de cuales son nuestras acciones y no descuidar nuestra comunión con el Padre, nuestra santidad, nuestro compromiso y relación con el dador de la vida, quien pagó el precio para rescatarnos de nuestros pecados y la muerte.

Las situaciones de hoy, así como la presión que el mundo ejerce cada vez mayor sobre los creyentes, pueden tender a desviar nuestra mirada de nuestro Señor y Salvador. Del mismo modo los deleites o las preocupaciones que se presentan a diario y que nos alejan de nuestro Dios están a la orden del día.

El mensaje nuestro Señor Jesús al respecto: ¡Tengan cuidado! No dejen que su corazón se entorpezca. No sean desprevenidos. No podemos ser como la ola del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a la otra, pues ello no será agradable a nuestro Señor (Santiago 1:6-7). Por demás, nuestro enemigo el diablo, el cuando anda como león rugiente, sólo desea destruirnos (1ra Pedro 5:8)

Dios te bendiga.

Douglas y Dayana García.

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