domingo, 21 de abril de 2013

Del pastor a su discípulo: La disciplina del Señor


El apóstol Pablo en una oportunidad escribió lo siguiente a sus discípulos en Corinto: “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (1ra. Corintios 5:11).

Pablo escribía preocupado a los corintios debido a que entre los hermanos se encontraba alguno que estaba practicando voluntariamente el pecado. Cuando el pecado entra y comienza a ser practicado por cualquier miembro de la Iglesia, ésta corre el riesgo de contaminarse y debilitarse, por lo cual Dios debe disciplinarla para su restauración.

Esto recuerda al momento en el cual Josué cayó derrotando ante un pueblo pequeño, después de haber tomado la ciudad de Jericó por medio del poder de Dios, el cual derrumbó los muros de una cuidad, pero luego permitió la caída en batalla de su pueblo contra un enemigo mucho más pequeño y débil.

Jehová Dios le declaró a Josué: “Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros” (Josué 7:11-12)

Debemos entender como Iglesia que nuestra santidad personal y colectiva es un mandato de Dios, el cual debemos guardar y coguardar. Si bien la salvación es individual, como Iglesia somos un cuerpo, donde los unos a los otros nos necesitamos, en comunión y unidad. Si un miembro de la iglesia se encuentra en pecado se le debe corregir en amor y procurar que el mismo vuelva su mirada a Dios y procesa a arrepentirse (Hebreos 3:13), para así no perder la bendición y victoria colectiva que nuestro Padre desea derramar sobre nosotros.

Dios te bendiga.

Douglas y Dayana García.

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