miércoles, 10 de abril de 2013

Del pastor a su discípulo: Comunión con Dios.


En una oportunidad cuando Jesús culminaba de orar, uno de sus discípulos se acercó a él y le dijo lo siguiente: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1). En esta porción del evangelio según San Lucas, al igual que en el capítulo 6 del evangelio según San Mateo, podemos ver al Señor enseñar una oración modelo muy conocida por todos: El Padre nuestro.

Hoy es importante para aquel que quiere ser discípulo del Maestro, comprender que no puede llegar a serlo sin una vida de oración. La oración no sólo consiste en un monólogo o reflexión personal, sino de un momento de intimidad donde podemos también escuchar su voz.

Nuestro pastor Jacobo Beomón compartía lo siguiente con nosotros: “Años atrás nuestro pastor y maestro Ian Achong, nos enseñó tres aspectos fundamentales que deben existir en la vida de todo verdadero creyente y que representan el eje central de su vida espiritual. Estas son: Orar, oír y obedecer a Dios.

Primero, no hay comunión, ni intimidad ni revelación de Dios sin oración. Tu conversación con Dios cada día hará que las cosas cambien y seas tú transformado como hijo de Dios.

Segundo, cuando oímos la voz de Dios aprendemos a distinguir entre el bien y el mal, es decir, entre la verdad de Dios y la mentira del enemigo, comenzando a seguirle, a fin de conocer su voluntad.

Tercero, cuando obedecemos a Dios, no es otra cosa sino hacer y llevar a la práctica su voluntad se forma sumisa y diligente. Mientras más obedecemos sin titubear, más será nuestra confianza en Él

¿Qué les parece? Orar, oír y obedecer. ¿Habrá alguna otra fórmula mejor que esta?”.

Dios les bendiga.

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