Hay
una frase que siempre me decía mi cuñado Darry’s Sánchez: “El
matrimonio es el mejor estado civil”. Hoy y cada día que pasa concuerdo más y
más con su idea.
La Palabra de Dios en el libro de los Efesios en su capítulo 5, entre
los versos 21 al 33 nos dice lo siguiente: “Someteos
unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios
maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como
Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así
que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a
sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó
a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a
sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben
amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo
se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y
la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo,
de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio;
mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de
vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”.
Hoy, por la misericordia de Dios estoy cumpliendo cuatro maravillosos y
perfectos años de matrimonio; y no quiero ser exagerado, egocéntrico u
orgulloso al decirlo, pues a pesar de haber enfrentado en estos bellos cuatro
años con mi esposa, diferentes dificultades, diferencias, desacuerdos y todos
los inconvenientes típicos de conducir una relación entre dos personas
emocional, física e intelectualmente diferentes, puedo dar testimonio de que el
Espíritu Santo ha estado con nosotros para ayudarnos a sobrellevar nuestras
cargas, perdonarnos mutuamente cuando ha sido necesario y a pesar de las
dificultades permanecer unidos. El significado de matrimonio sólo se puede
entender realmente cuando permites que Dios forme parte de él, Él es ese tercer
componente de esta maravillosa unión.
Ahora bien, analizando un poco esta porción de la escritura, me pude
percatar que para el Señor, la relación que desea mantener con nosotros como su
pueblo, es precisamente la de un esposo (Él) y una esposa (la Iglesia), donde
recalca aún más la importancia que reviste el matrimonio, y por ende también
hace hincapié, en el modelo original diseñado por Dios.
Hoy la rivalidad que el mundo ha creado entre hombres y mujeres ha
desvirtuado cada vez más al matrimonio, puesto que nos inculcan en todas las
corrientes de información y pensamiento que uno debe ser superior al otro, o se
debe pelear continuamente por mostrar y/o mantener la superioridad entre sexos,
pero el plan de Dios nunca fue así.
El matrimonio es una sujeción común a Dios, donde sí, el hombre fue
colocado por Dios como cabeza, pero como siempre dice y nos ha enseñado nuestra
pastora Mery de Bencomo: “Si bien el hombre es la cabeza, la mujer es el cuello”.
¿Qué quiere decir esto? Dios constituyó a la mujer como “ayuda idónea” del
hombre, es decir, su ayuda necesaria para todo.
El apóstol Pablo decía en su carta: “Las
casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el
marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual
es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a
Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. Esto no
quiere decir que la mujer deba obviar su personalidad ni mucho menos borrar o
bloquear su manera de pensar, todo lo contrario. Si bien reconoce la autoridad
de su esposo y permite que sea él quien lleve el timón del hogar, tiene el peso
de saber ser consejera, motor y ancla a la vez, porque la alegoría del
discípulo de nuestro maestro, es que el esposo toda decisión que tome la tomará
en función del mutuo beneficio de ambos, sacrificando si es necesario sus propios
intereses.
Pablo no olvida al hombre, todo lo contrario, le recuerda el peso y la
importancia que reviste la autoridad delegada por Dios sobre él: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a
fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino
que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos
miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”. Nuestro redentor nos
demanda, no nos sugiere, ni mucho menos nos aconseja a los hombres sobre
nuestra posición, conducta y forma de proceder en el matrimonio. El Salvador
nos insta a tomar la misma posición que Él asumió y que lo condujo a la cruz:
Ser capaces de dar todo sin reservas, incluso nuestra vida misma por amor a
nuestra esposa, pues se nos demandará su cuidado y su condición delante de su
trono algún día.
El apóstol Pablo finalmente nos recuerda: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo
esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame
también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. El
matrimonio es la manifestación más próxima al deseo de nuestro Salvador para
con su Iglesia, si comprendemos, valoramos y mantenemos ese vínculo perfecto
que Él diseñó, estoy Convencido plenamente, que comenzaremos a ver, sentir y
vivir cada día la experiencia maravillosa de la salvación de una manera
diferente y especial.
Douglas García
Hoy Amada Esposa te deseo un muy, pero muy feliz aniversario y te
agradezco por cada segundo que has estado a mi lado. TE AMO DAYANA.